31 marzo 2016

El día que descubrimos el Universo

Observando nuestra galaxia.
Tomás Ladanyi
Ya hace años de eso que os vamos a  contar hoy. 

Estábamos con unos amigos de acampada en la comarca del  Pallars Sobirà/Lleida y al ir a dormir ya vimos que la cosa pintaba mal. Dos de ellos cogieron en seguida el sueño y se pusieron a roncar de una forma demasiado exagerada para nuestros oídos y cerebros. Gira que te girarás dentro del saco de dormir, aunque por muy saco de dormir que fuera,  sólo veíamos el saco, pero de dormir, nada de nada.

La Vía Láctea sobre el desierto
de Atacama. Juri Beletsky
Como si un resorte nos empujara, salimos del interior del saco y en un visto y no visto estábamos fuera de la tienda de acampada, dando un paseo por el prado situado en un pequeño valle. Después de unos minutos en el exterior y en plena oscuridad nos dimos cuenta que podíamos ver nuestras manos con bastante claridad. No nos habíamos dado cuenta de esta claridad en días anteriores. Así pues, miramos hacia la bóveda  celeste pensando que veríamos la Luna resplandeciente, pero la Luna no estaba colgada en el cielo nocturno del prepirineo ese día. Pero en cambio, había una larga nube brillante justo encima de nosotros y que iba de horizonte a horizonte. Los romanos la llamaban "Vía Láctea", que tiene su origen en la mitología griega y en latín significa "camino de leche". Nuestra perspectiva de perfil dentro de la Vía Láctea no nos permitía ver con claridad su estructura. Os podemos garantizar que recibir la luz de la “Celístia” en medio de un paraje montañoso en silencio y misterio resulta muy placentero.

Para aquellos que se perdieron esta lección en la escuela ese día, los datos son los siguientes:

Cielo estrellado sobre Gorak Shep
en Nepal. Osa mayor, Polar y Arturo.
Jeff Dai
Recordando que 1 año luz es el equivalente a casi 10 billones de km, nuestra galaxia tiene un diámetro total de unos 100 mil años luz. Nuestro Sol está situado en uno de los brazos más exteriores de la espiral de la galaxia, a unos 26.000 años luz del centro galáctico. Nuestra estrella tarda unos 250 millones de años en dar la vuelta al centro. En torno a la galaxia, por encima y por debajo del disco, en una especie de halo esférico hay unos 200 racimos compactos de estrellas, que podrían contener más de un millón de estrellas cada uno. La propia Vía Láctea tiene más o menos 200.000 estrellas en su centro y brazos espirales. Todas estas cifras son esenciales para comprender lo que es nuestra galaxia.

Cuando consideramos todos estos datos nuestro cerebro de homínido poco humanizado protesta y dice "esto no puede ser, a saber cómo es nuestra galaxia y sus medidas". Pero mirando hacia el cielo oscuro, limpio y nítido en una noche sin Luna, es posible ver algo que puede cambiar nuestra vida.

Panorámica de 360º de la Vía Láctea,desde el Parque
Nacional de Waterton/Canadá. Alan Dyer
Lo que estábamos viendo era nuestra galaxia desde dentro y desde las cercanías del Sol. Con unos prismáticos por cada estrella que podemos ver a simple vista, podremos contar otras 100 a su alrededor y todas flotando en una gran nebulosidad azulada. Pero si utilizamos un modesto telescopio, y esperamos que nuestros ojos se adapten a la oscuridad, nos daremos cuenta con asombro lo que es en realidad esta neblina plateada en el cielo nocturno: Estrellas y más estrellas, como si fuera polvo desvaneciéndose en lo que parece el infinito.

Aquella oscura noche de años atrás descubrimos una pequeña parte de lo que hay ahí fuera, el tipo de cosas, la escala de las cosas, la edad de las cosas, la violencia y la destrucción, la terrible energía, la implacable fuerza de la gravedad y las incomprensibles distancias.

Observación astronómica desde
Tenerife/Islas Canarias. Juan C. Casado
Pero a pesar del descubrimiento que hicimos nos sentíamos seguros, por qué sabíamos que  nuestro mundo está protegido por la misma distancia que otros temen. Fue como si el Universo nos llamara en la cara con fuerza: ¿Sabes quién soy? Sabes lo maravilloso que soy? Sabes mi edad? Entiendes quién eres tú en comparación conmigo?

Pero después de conocer un poco más nuestra galaxia y el  Universo que le rodea, con una sonrisa en la cara ya estamos en condiciones de responder a la llamada del propio Universo diciéndole: Eh tío !! Nosotros soy tú !! 

Cuando actualmente volvemos a mirar nuestra Vía Láctea sabemos  que el más mínimo destello de luz de sus estrellas es una conexión real entre nuestros ojos y la superficie de otro sol. Los fotones que detectan nuestros ojos, la luz que vemos, la energía con la que actúa nuestro sistema nervioso vinieron  de una de esas estrellas.

Ahora sabemos que el estallido que brilló en la otra punta del Universo, antes de la formación de nuestro planeta azul, era un gran haz de rayos gamma de estrellas gigantes convirtiéndose en pura energía. Fue de este estallido y de esta destrucción estelar de donde nosotros surgimos. Las estrellas parecen morir para que nosotros podamos vivir en este precioso planeta azul. Y tú también!!


Tot Astronomia








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