10 diciembre 2014

Las tres noches más hermosas de la Luna

Cuarto menguante panza a levante, cuarto creciente panza a poniente. Cuántas veces hemos repetido esta frase a los pequeñajos de educación primaria, para indicarles cuál es la fase de nuestro satélite natural en el cielo diurno o nocturno.

La Luna siempre ha fascinado y sigue fascinando a quien tiene sensibilidad para mirarla. A unos les inspira poesía,  a otros un tiempo lúdico para encontrar en ella la Cara, La Pareja de Amantes o incluso el Conejo Lunar y a unos pocos la oportunidad de viajar por su superficie, a través de sus cauces, cráteres, depresiones, fallas, mares, montañas y radiaciones.
Luz Cenicienta

Para estos últimos, el telescopio es su herramienta perfecta, de la misma forma que cuando Galileo dirigió hacia ella por primera vez su anteojo en 1609, aunque ahora la capacidad óptica de nuestros instrumentos y la seguridad  que tenemos de lo que estamos viendo es muy distinta.

Fases lunares 
Los ”lunáticos” que gustan de mirar y ver nuestra querida Selene, habrán observado, tres o cuatro días después de la Luna nueva, un débil resplandor gris azulado que completa el disco lunar junto con el creciente, muy brillante: Es la “luz cenicienta”. La Tierra también ilumina a la Luna y la Luna nueva correspondería a la Tierra llena  para un habitante de nuestro satélite. Así, pues, este resplandor es el reflejo del “claro de la Tierra”. La “luz cenicienta” se ve mejor con unos prismáticos de pocos aumentos.

El límite entre la parte iluminada y la parte oscura de nuestro satélite se llama terminador, y es precisamente allí donde hemos de mirar y sacar fotos. A lo largo de estas líneas las sombras de los cráteres y colinas más pequeños se alargan de forma desmesurada y el espectáculo es impresionante. El terminador se desplaza noche tras noche y da la vuelta al disco en catorce noches.

Luna en cuarto creciente
Cráter Tycho














Cada noche de lunación ofrece un espectáculo distinto. Según nuestra experiencia, podemos decir que el interés de las observaciones aumentan de la tercera a la octava noche,  y disminuye hasta la Luna llena, durante la cual sólo se ve un disco deslumbrante.

Con unos prismáticos, una máquina del tiempo tipo refractor de 6 cm o un reflector newtoniano o catadióptrico de 10 cm de diámetro, se pueden distinguir marcas en su superficie de al menos 10 km.



Localización de los mares y cráteres lunares


Valle Alpino y cráter Plató
La sexta noche el Mar de la Serenidad se ve casi entero, con los circos Eudoxus,  Aristóteles , el  monte Caucaso, más al norte y Posidonius, con sus grietas interiores y sus 100 km de diámetro. Se distingue una estela blanca que atraviesa el Mar de la Serenidad y los circos de Plinius, Menelaus y Manilius. Igualmente vemos las famosas ranuras de Hyginus y Triesnecker. Plinio parece vigilar el istmo que separa el Mar de la Serenidad y el de la Tranquilidad.
El acantilado Muro Recto (La Espada)

La séptima noche es la del cuarto creciente. El terminador corta en dos la Luna, atravesando el Mar de los Vapores por el centro y pasando cerca de Ptolomaeus, Alphonsus y Arzachel, siendo Ptolomaeus el más grande, con 148 km de diámetro. Al sur existe una línea de grandes formaciones: Walter, con 145 km, Regiomontanus y Purbach. Hacia abajo se ilumina Tycho.

La octava noche es tal vez la más espectacular. El terminador pasa por el impresionante circo de Tycho, en el sur, y sobre la grandiosa cordillera de los Apeninos, Valle Alpino y el sombrío Platón, llamado popularmente “el gran lago negro”.

Ptolomaeus, Alphonsus y Arzachel
Estas son las tres noches más hermosas, aunque no podemos descuidarnos de ver los cráteres  Theophilus, Cirilus  y Catharina, la quinta noche. La novena noche el circo de Copérnico aparece en el terminador dominado por las planicies circundantes desde sus 4000 mts de altitud. Su relativo aislamiento le hace destacar. Hay que ver los tres cráteres que forman un triangulo: Archímedes, Aristillus y Autolycus, así como el Muro Recto en el Mare Nubium, aunque no es un muro ni es recto, sino una falla del terreno de 250 metros y 128 km de longitud, es decir un perfecto precipicio. A partir de la décima noche la observación resulta más cansada para la vista. ¡Hay demasiada luz!



Norte lunar. Arquímedes,
mares Imbrium y  Frigoris
Cráter Arquímedes

























Provistos de un filtro lunar, la undécima noche podremos observar el disco resplandeciente de Kepler; la duodécima, el de Aristarchus, que resplandece como un faro y durante  la Luna llena las estelas blancas que irradian de Tycho. Durante toda la fase de plenilunio, la iluminación plana hace desaparecer las sombras, y hasta las formaciones más evidentes, como Petavios o Theophilus, resultan difíciles de reconocer.


Localización del "Conejo de la Luna" y cráter Képler













Desde la Luna llena hasta la siguiente Luna nueva se repiten las observaciones anteriores con iluminación contraria, pero a horas cada vez más avanzadas. La luna se “retrasa” 50 minutos cada día, y después del cuarto menguante sólo se ve por la mañana.

Por cierto, en plena Luna llena es una buena actividad lúdica intentar encontrar el “Conejo de la Luna”, es un buen “gancho” para las personas no aficionadas a la astronomía.



Tot Astronomia



































































2 comentarios:

Amigo si te gusta la luna tal vez te guste esta informacion que oportunamente fui incluyendo en los foros de astronomia en los cuales estoy inscripto: Forma parte de una serie de fichas por dia de lo que es visible en la luna. Estan en mi blog Almadentro:
http://abilef.blogspot.com.ar/2013_05_01_archive.html
Un saludo desde Buenos Aires, Argentina

Gracias por la indicación Roberto. Un blog interesante el tuyo. Saludos desde Lleida/Cataluña/España. Tot.

Publicar un comentario