08 enero 2012

Estrellas de colores


Tonalidades de color diferentes de las
estrellas, segun su nivel energético.
Pocos días después del inicio del solsticio de invierno, en el  hemisferio boreal y durante las primeras horas de una noche sin Luna, un grupo de personas estábamos admirando la bóveda estrellada del cielo nocturno desde las afueras de la ciudad de Lleida/Cataluña/España. Intentaba que conocieran las constelaciones que teníamos sobre nuestras cabezas y las principales estrellas que les dan forma. En una pequeña pausa en mis explicaciones se acercaron dos chicas y me preguntaron si existían las estrellas de colores. Sin pensarlo dos veces les dije – ¡Sed unas buenas chicas y dadme un beso! - Tanto ellas como las personas que me rodeaban me miraron con cara de sorpresa y se quedaron unos segundos en silencio. Me di cuenta de que era necesaria una rápida explicación a la frase que acababa de lanzar al espacio cercano, sin tener en cuenta las consecuencias, pero más adelante  les justifique aquellas palabras que parecían dichas a destiempo.
Diferencias de color en las
estrellas de la constelación
de Orión. Arriba a la izquierda
Betelgeuse

Hay muchas personas que todavía piensan que el cielo estrellado es en blanco y negro, pero la evolución térmica de las estrellas está directamente relacionada con su evolución cromática. Por lo tanto, la edad de una estrella está determinada por el color que tiene, desde el azul hasta el rojo, pasando por el amarillo. El cambio cromático de estos astros tiene el mismo comportamiento que cualquier proceso térmico de la naturaleza más cercana en la Tierra. Cuando ponemos un hierro a 1.000 grados se pone de color rojo vivo, si seguimos calentándolo hasta los 1.300 grados su color será amarillo, si aumentamos su temperatura se volverá blanco y si por último lo calentamos aún más, en fragua o con soplete, se iniciarán las tonalidades azules.

Diagrama de la clasificación estelar
según su nivel energético (arriba) y
cielo en el solsticio de invieno (abajo)
Crédito: angelrls

La noche era transparente y mirando hacia el sur teníamos a nuestro alcance visual la catedral invernal del cielo, es decir la gran constelación de Orión. Allí estaba  la estrella Betelgeuse, una vieja supe gigante de color naranja, con una temperatura en su superficie de sólo 2.800 grados. Bajando la mirada hacia el horizonte, en los  pies del cazador Orión, se veía la blanca-azulada Rigel, una joven estrella con temperaturas de 18.000 grados que si en lugar de estar a 680 años-luz de nosotros estuviera a la misma distancia que Próxima Centauri, la más cercana a nuestro planeta (4,3 años-luz) la veríamos tan brillante como la Luna llena. Además de las estrellas anteriores, todo el numeroso grupo de personas pudieron admirar otros astros de colores: Capella de color amarillento, la hermosa y anaranjada Aldebarán, las blancas-azuladas Regulo y Sirio, siendo esta última la más luminosa de todas las estrellas y la octava más cercana a nosotros. No hay ninguna estrella que en su evolución cromática disponga del color verde. De hecho el color verde está excluido del firmamento estrellado, aunque este color es posible verlo en el destello que algunos astros tienen cuando están cerca del horizonte, pero todo es una ilusión óptica provocada por la gruesa capa de aire y por la turbulencia atmosférica. El auténtico color verde en el cielo, solo es patrimonio de las cortinas teñidas de este y otros colores, en las auroras boreales y australes.
Clasificación estelar

Según sea la temperatura y su luminosidad, las estrellas se clasifican en siete grupos y se representan por las letras O, B, A, F, G, K y M. Las estrellas de tipo O son muy calientes y de color azul, sobrepasando los 30.000 grados en su superficie. Las del tipo M son frías y de coloración roja y casi no llegan a los 3.000 grados. Nuestra estrella madre, el Sol, pertenece al tipo G, típico de una estrella amarilla con temperaturas moderadas de unos 6.000 grados.
Racimo estelar del Joyero. En su centro
 dispone de una estrella gigante roja,
rodeada de estrellas azules 

Para las personas que se inician en la astronomía, a veces, es difícil de memorizar las letras de la clasificación estelar, por lo que hay que emplear la regla nemotécnica, ideada por un astrónomo estadounidense: "¡Oh Be Fine Girl, Kiss Me ". Es decir "Sé una buena chica, dame un beso". No sé porque les dije a aquel par de simpáticas chicas del grupo, la traducción directa del inglés, ya que existe otra regla más nuestra, que versa así: Otros Buenos Astrónomos Fueron Galileo, Kepler y Messier. ¡Aún sigo preguntándomelo!. A la sabiduría por la astronomía.





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